Si no me equivoco, muchos de nosotros nos hemos preguntado alguna vez: “¿En qué momento decidí seguir este orden?”.
En mi opinión, para desarrollar
la tarea de traductor, sea del tipo que sea, es fundamental cursar estudios
especializados en ello. Sigo creyendo que, efectivamente, conocer varias
lenguas no es suficiente para desempeñar este trabajo.
Sin embargo, según van pasando
los años y consulto las ofertas de trabajo destinadas a traductores, cada día
me arrepiento más de no haber seguido otro orden en mi carrera. Con esto me
refiero a que me parece básico que una persona conozca, aunque sea a grandes
rasgos, el ámbito del encargo que está traduciendo. Mucho mejor sería, por lo
tanto, ser experto en ese tema. Me da la impresión de que queremos abarcar
tanto, que al final no sabemos de nada.
Por ello, no puedo evitar llegar a la
conclusión de que lo más inteligente para todos sería cursar estudios en
cualquier materia para tener una buena base sobre un área de especialidad y,
posteriormente, hacer un puente o la carrera completa de Traducción e
Interpretación. De esta forma se podría formar a grandes traductores, con
amplios conocimientos tanto en la especialidad de cada proyecto encargado como
en el ámbito traductológico del mismo. El trabajo estaría mejor repartido,
sería más rápido, eficaz y preciso. Los clientes quedarían más satisfechos
si cabe. Y por otro lado, no menos importante, cada traductor podría
encaminarse, en teoría, a trabajar sobre un material que realmente conoce,
combinando sus dos pasiones: su especialidad y la traducción.
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