Hoy en día, la traducción audiovisual y el subtitulado forman un
campo profesional muy amplio, interesante y solicitado. Me
parece un error que esta especialidad no forme parte de la carrera de Traducción e
Interpretación, ni siquiera como asignatura optativa, cuando en el futuro será
uno de los campos de traducción que más trabajo dé a los estudiantes.
Por
supuesto, todas las nociones adquiridas a lo largo de los estudios de traducción sirven para desarrollar la tarea de subtitulador en cuanto al aspecto
traductológico, pero este campo requiere muchos otros aspectos que un traductor
normal no llega a conocer si no se interesa personalmente por esta
especialidad.
Con esto quiero diferenciar la situación de un traductor
especializado en una materia (ciencia, economía, legislación, literatura, etc.)
y la de un subtitulador. Los primeros realizan un tipo de traducción en el que
la especialidad recae en el contenido de la traducción, con diferencias obvias
entre unos y otros. Sin embargo, los
subtituladores, independientemente de que se especialicen en alguna de estas
materias, demuestran su especialidad en el formato de la traducción. Es decir,
es la técnica traductológica lo que les diferencia del resto de traductores
especializados. Cuentan con un límite enorme en el tiempo y en el espacio, por
lo que tienen que aprender a sintetizar hasta un punto en el que deben
sacrificar recursos estilísticos, que deben aprender a compensar en otras
ocasiones. Por otro lado, tienen que ser muy precisos y directos.
Por todas
estas razones, considero que este ámbito tan distinto en la base al resto de
especialidades debería ser de enseñanza obligatoria en los tiempos que corren,
en lugar de limitarse a escasos alumnos que tienen la suerte de encontrar una
plaza en prácticas en alguna empresa del sector o a quien decide hacerse un curso sobre la materia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario